DE DONDE VIENEN?

jueves, 15 de julio de 2010


Porque a la hora de jugarse, èl se hecho para atràs. Justo cuando el momento era perfecto para demostrar, para creer, para vencer los obstàculos puestos por el destino. En el momento en el que yo le dije te amo, en el momento en el que èl respondiò yo tambièn, un segundo despuès se hechò a correr. Corriendo ràpido como suelen hacerlo los cobardes, corriendo ràpido por miedo, por miedo a ser feliz. Y me quedè sentada en la cama sin comprender demaciado lo sucedido, aunque luego, despuès de varios minutos fuì al baño, me mirè al espejo y descubrì que èl habìa perdido el momento, que de nada me servirìa un cobarde en mi vida, yo salto, tu saltas decìan en la pelìcula Titanic, y aqui no hubo ningun salto de èl, no hubo movimiento alguno salvo el de sus pasos al marcharse. ¿De que le servìa? Diganmè, ¿De que me servìa a mi?. De nada, simplemente de nada.
La prueba que yo misma habìa creado se habìa cumplido, solo que sin los resultados esperados. Ahora es mi turno, era el momento de la lucha entre el corazòn y la rozòn, era la hora de ganarle al corazòn, de hacerlo entrar en razones, de convenserlo, de enterrarlo en los recuerdos y taparlo con otros nuevos, de que èste sienta que no vale la pena seguir latiendo por èl. Hay otros por quien latìr, pensè, y luego de eso, entre làgrimas sonreì, porque sabìa que era lo mejor.

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